jueves, 22 de diciembre de 2011

Raciocinio absurdo



Una mirada la dejó dubitativa, pero no iba a dar el paso, ya lo tenía por imposible y se había rendido hacía un tiempo. Él le colocó la mano en el paquete y ella empezó a masajearlo. Parecía que su desinterés había causado el efecto contrario en el hombre. El ambiente comenzó a caldearse y los tocamientos empezaron a profundizar.
Se desnudaron rápidamente, como si el mundo fuera a desaparecer y ese fuese el último polvo que echarían. Ella se puso encima, inclinándose de vez en cuando para besarle la oreja y el cuello, de esa manera aprovechaba el otro cuerpo para silenciar los gemidos. Hubo varios orgasmos por parte de ella y uno intenso por parte de el.
Al acabar se tumbaron, se encendieron un cigarro y se quedaron mirando al techo. "No quería que te fueras así" le susurró el chico. "Así ¿cómo?" respondio ella en el instante que pensaba en lo caliente que se había mostrado días antrás.
Apagaron la luz y se dispusieron a dormir, ella le abrazó por detrás y estudió aquellas palabras. "Genial, un polvo de consolación". Se volvió para su lado y decidió dejar de cavilar en aquel comentario ambiguo para poner sus pensamientos en algo que pudiera llegar a ser, cuando menos, sustancioso.

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