martes, 2 de agosto de 2011

Cartas



Me encontraba apoyada en la barandilla, fumandome un cigarro mientras te esperaba. La noche empezaba a asomarse, mis ganas de abrazarte aumentaban a la vez que la luz de las farolas, aunque con más intensidad. Aprecié a lo lejos una silueta que me recordaba a ti, mi piel empezó a erizarse, aparecieron los nervios y la emoción recorrió todo mi cuerpo. Seguí a aquel tipo con la mirada y pasó de largo de nuestro lugar de encuentro, no eras tú. De pronto no veía nada, aparté aquella mano de mis ojos y al darme la vuelta allí estabas, como siempre, con tu mirada reluciente, sujetando una rosa roja y un sobre.
-La flor porque la mereces, las cartas porque no he parado de pensar en tí, ¿cenamos?
Me rodeaste con los brazos, tenías el mismo olor que aquel día que te conocí (hacía 8 años).
Entramos en nuestra pizzería favorita, la de las confesiones. La conversación se centró en política. Después de tanto tiempo de discusión, por fin empezabamos a entendernos. A pesar de la separación, nuestras mentes se habían encontrado en un mismo camino. De pronto un cambio de tema.
-¿Cuándo reconocerás que soy el chico de tu vida? Algún día serás mía.
-Nunca, no sirvo para las relaciones.- Dije con total convicción.-Además nuestro nexo es perfecto, no lo estropeemos metiendo besos y cama de por medio.
Me diste la razón con la pena reflejada en tu cara, terminamos el plato y me acompañaste a mi casa dando un paseo.

Hoy, un año después, he leído por primera vez aquellas cartas en las que escribías la misma frase en el último párrafo:
- "Te echo de menos, te quiero y me niego a vivir sin tí, vuelve pronto de Madrid".
Nunca se lo contaré a tu novia, me ha caído muy bien.
Espero que ella si sepa hacerte feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario