viernes, 26 de agosto de 2011

Fiesta de la espuma




Nunca puedes imaginar cómo va a terminar el día en cuanto te levantas. Era lunes, estaba de feria y llevaba trasnochando casi toda la semana. Al despertarme antes de las 12, mi malhumor afloraba por segundos y las ganas de ir a mi pueblo después de unos 5 años sin aparecer por esas fechas se me antojaban cada vez menos, pero tenía una visita a la que complacer y una fiesta de la espuma que no se podía perder.
La plaza estaba blanca y resbaladiza, nos empapamos de inmediato y el calor intenso de la tarde parecía esfumarse. Para acompañar a la espuma resfrescante, una cerveza tras otra a 1 euro sentaba de maravilla.
Sobre las siete, nos montamos siete en un coche y otros tantos en otro con unos amigos y fuimos a una casa en el campo.
No recuerdo bien el momento, pero de pronto aparecí llena de espuma de afeitar y apestando a hombre. Los chicos hablaron de meternos en la piscina así que bajamos la ladera y tal y como llegamos, nos zambullimos. Nos lo pasamos genial y el hecho de enterarnos que la piscina pertenecía a un desconocido, hacía más emocionante la aventura.
Fue la mejor tarde que he pasado en mucho, muchísimo tiempo y que Gala se diviertiese tanto... eso (al igual que en el anuncio de mastercard) no tiene precio.

domingo, 7 de agosto de 2011

Hasta cuándo



Suele pasar que en el momento menos apropiado, surgen las mejores ideas.
Justo cuando te cuelgan el teléfono, te vienen las palabras adecuadas y cosas que se olvidan decir. Cuando estás de marcha con los amigos aparecen las frases perfectas para publicarlas en el blog y en cuanto llegas a casa... se deshacen como si fuera polvo y al igual que el viento, se esfuman.
Siento rabia por olvidarme de lo que quería hablar, tenía una buena base, hoy tocaba política debido a la apasionada discusión que he mantenido durante la cena con mis amigos, pero ya no la recuerdo. Quizá no debería exigirme tanto. Llevo tres noches sin dormir, mi cabeza da vueltas sin cesar y no paro de llorar en cuanto me encuentro sola.
Cuatro días para mi cumpleaños, seguido de feria, estudios, 25 aniversario de mis padres, exámenes y una crisis existencial y sentimental de por medio. Me estoy quedando sin ganas y sin fuerzas y aún no ha comenzado la movida.
Hasta cuándo...

viernes, 5 de agosto de 2011

Rota



Soy una idiota. Mi miedo por una relación pasada se ha cargado mi actual relación. No todo el mundo es igual, ni todas las circustancias son la mimas, pero acabo de revivir una escena que me ocurrió hace 4 años. Ha sido igual: un teléfono, la misma serie con el mismo capítulo en la tele, yo sola en casa y una palabra "tiempo". Justo cuando me doy cuenta de que con uno no me tiene que pasar lo mismo que me pasó con otro... ZAS en toda la cara.
Pero esta vez saco algo positivo: centrarme en mí. Hoy no podré, ni mañana pero supe levantar la cabeza un día y podré hacerlo de nuevo, aunque esta vez seguiré otros pasos, para que mi resurrección no me haga morir de nuevo dentro de 4 años.

jueves, 4 de agosto de 2011

Crisis



No puedo dormir. No es por el calor, ni por mi cama, es por una extraña palpitación que me persigue como si fuera mi sombra.- ¿Y si grito?-  NO son casi las 3 de la madrugada. No tengo ganas de seguir llorando y me he fumado casi un paquete de tabaco. ¿Qué es lo que va mal?. No logro encontrar la respuesta. Igual estoy tan acostumbrada a tener problemas que cuando estos no existen o son mínimos, la sensación de vacío me inunda. O puede que sea que el cúmulo de malas vivencias pasadas esté haciendo su aparición. Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma, pero no hacen referencia en ese dicho al hecho de volver a construir lo destruído, ni a hacer el recuento de heridos y víctimas. Igual, la intranquilidad que percibo es eso, la reconstrucción de mi interior. Bajé la guardia y llegué a sentir que me comían los lobos, probablemente, mis heridas estan cicatrizando. ¿Pero por eso estoy tan sensible y susceptible? Si no me entiendo ni a mi misma, ¿quién me va a entender?
También está la historia de mi crisis de identidad, de la cual no he salido pero tapoco me he puesto a intentarlo, simplemente, como siempre, la volví a aparcar.
Probablemente sea eso, no me encuentro a mí misma y en mi casa no me reconozco, mi inseguridad va en aumento, mi cabeza no para de dar vueltas a todo cuanto me rodea. Hasta la ceniza que hay esparcida por el suelo (se me ha caído el cenicero) me da que pensar. No me siento agusto ni aquí, ni allí. Llevo cuatro días a pleno sol pero para mí, el cielo está gris.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Salvada



Me iba a la cama y se lo dije en un mensaje. Esperaba una respuesta, la distancia siempre se me había dado mal y estamos teniendo un mal comienzo (más que nada porque no siento que seamos una pareja en sí, aunque es lo habíamos hablado). La contestación llegó cuarenta minutos más tarde, mi cabeza llevaba dándo vueltas el mismo tiempo. Le llamé, quería decirle todo lo que pasaba por mi mente, necesitaba un desahogo, pero no lo descolgó -se lo estará pasando genial- pensé.
Sin embargo a 500 kilómetros yo me encontraba llorando, había tenido un día duro y largo y necesitaba a alguien para apoyarme. Como es normal en mi, cuando quiero algo y no lo tengo en la persona que espero, me acerco a otra persona que me lo pueda aportar.
Tras una conversación de besugo, le dije a un amigo de quedar a la 1 de la madrugada para tomar una caña... y accedió.
Era justo lo que necesitaba, alguien que me escuchara y me hiciera reír. Estaba salvada.

martes, 2 de agosto de 2011

Cartas



Me encontraba apoyada en la barandilla, fumandome un cigarro mientras te esperaba. La noche empezaba a asomarse, mis ganas de abrazarte aumentaban a la vez que la luz de las farolas, aunque con más intensidad. Aprecié a lo lejos una silueta que me recordaba a ti, mi piel empezó a erizarse, aparecieron los nervios y la emoción recorrió todo mi cuerpo. Seguí a aquel tipo con la mirada y pasó de largo de nuestro lugar de encuentro, no eras tú. De pronto no veía nada, aparté aquella mano de mis ojos y al darme la vuelta allí estabas, como siempre, con tu mirada reluciente, sujetando una rosa roja y un sobre.
-La flor porque la mereces, las cartas porque no he parado de pensar en tí, ¿cenamos?
Me rodeaste con los brazos, tenías el mismo olor que aquel día que te conocí (hacía 8 años).
Entramos en nuestra pizzería favorita, la de las confesiones. La conversación se centró en política. Después de tanto tiempo de discusión, por fin empezabamos a entendernos. A pesar de la separación, nuestras mentes se habían encontrado en un mismo camino. De pronto un cambio de tema.
-¿Cuándo reconocerás que soy el chico de tu vida? Algún día serás mía.
-Nunca, no sirvo para las relaciones.- Dije con total convicción.-Además nuestro nexo es perfecto, no lo estropeemos metiendo besos y cama de por medio.
Me diste la razón con la pena reflejada en tu cara, terminamos el plato y me acompañaste a mi casa dando un paseo.

Hoy, un año después, he leído por primera vez aquellas cartas en las que escribías la misma frase en el último párrafo:
- "Te echo de menos, te quiero y me niego a vivir sin tí, vuelve pronto de Madrid".
Nunca se lo contaré a tu novia, me ha caído muy bien.
Espero que ella si sepa hacerte feliz.

lunes, 1 de agosto de 2011

Extraña


Por fin en mi casa, tenía ansia de que llegara este día, volver a mi vida, ¡cómo extrañaba mi habitación! En ella se encuentra todo con lo que solía sentirme cómoda: mis brujas, mis hadas, minerales, fotos, dibujos, la colección de botellas de cerveza de exportación vacías, flores rodeando el marco de mi espejo, libros, velas... pero siento que todo esto ya no me pertenece. Es como si formara parte de una vida anterior.
Hasta hace poco, mi cuarto era mi lugar de meditación. Cuándo me hallaba en cualquier conflicto interno, me encerraba allí, encendía alguna barrita de incienso, apagaba la luz y me quedaba mirando a la nada por la ventana, oyendo algo de música de fondo, mientras intentaba ordenar mis desbaratados pensamientos. Hoy me siento en otro lugar, éste ya no es mi spa personal. Me invade un sentimiento de angustia y asfixia dentro de esas cuatro paredes.
He pasado tanto tiempo fuera, que ya mi casa no es mi hogar. Me siento extraña en el lugar que me vió crecer.