miércoles, 14 de noviembre de 2012

El perdón en el olvido



Paseaba pensando (una manía tonta la mía, pienso siempre), la calle estaba oscura y solitaria, las hojas secas llenaban el camino y a cada paso escuchaba el crujido que producían éstas al quebrarse. "Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido" sonó en mi cabeza. Se abrió un telón y aparecieron personajes que ni siquiera recordaba, la mayoría no tenían rostro, algunos sólo tenían voz, también aparecieron imágenes y sueños y todos se sentaron ante mí en butacas que surgieron de la nada. No tardé en entenderlo: estaba en medio de un teatro, la protagonista yo y la obra "Mi Vida".
Demasiadas ideas empezadas y sin acabar, numerosas puertas abiertas esperando una segunda parte que probablemente no llegarán, muchas personas que continuaban en mi pensamiento a pesar de no haber aportado nada trascendente a mi existencia, historias redundantes que aburrían... ¿qué hacía todo eso escondido en mi sesera, ocupando el espacio que estaba reservado para crecer?
Como si se tratase de una pantalla virtual, esparcí todos esos recuerdos por el espacio y uno a uno los fui escudriñando, busqué algún detalle que lo hiciese importante y como no los había, los fui dirigiendo a la papelera de reciclaje. Elegí lo que dejar en el olvido y lo que guardar en la memoria y la función finalizó.
Los que quedaron en los asientos aplaudieron mostrando orgullo, pues todos sabían lo que me costaba decir adiós.
Reanudé la marcha con mayor grado de optimismo, me perdoné por mis fracasos, cerré puertas que no me llevaban a ninguna parte, dejé de fantasear con situaciones ilógicas y mi vida siguió sin esas cosas que no tenían mucho sentido.


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