lunes, 10 de noviembre de 2014

Jugando a... ¿qué?

En una distópica situación se aventuró a soñar y a dejarse llevar por la casualidad. Buscando un héroe que la salvara despegó sus alas y empezó a volar.

Un respiro de aire nuevo controlaba sus impulsos y por primera vez no salió corriendo ni escuchó a las olas del mar, sólo actuaba sin barreras, sin pegas y sin pensar que podría tropezar con una piedra. 


Pero se empezaron a conocer y la magia se marchitó, ella seguía intentando creer en él a pesar de que su cabeza y su corazón ya le habían dicho “NO”. Aun así luchaba por no caer más hondo. Y el día D llegó. Él seguía enamorado de su muñeca de importación y ella empezó a ser un peluche destinado a acumular polvo encima del armario. Un incesable llanto pasó por sus mejillas y entonces comprendió: ella había jugado a perder, él… quizás sólo jugó. 


lunes, 27 de octubre de 2014

Estado de embriaguez


Hacía rato que había perdido la cuenta de las copas que llevaba. Demasiado estrés y complicaciones a las que ya no estaba acostumbrada. Pensaba que en algunos aspectos de su vida estaba perdiendo el control, pero no podía evitarlo. Al darse cuenta de su frustración, se puso lo primero que encontró en el cajón, cogió el poco dinero que le quedaba bajo el colchón y acabó en un bar que descubrió por casualidad.
-¿Sabe Fred?, ¿le importa que le llame Fred?, ¿no?, pues en ese caso ¿sabe Fred?, le voy a tutear. La ciudad despertará pronto, llena de gente y de energía y yo me iré a dormir, o a morir de nuevo, porque yo muero casi todos los días, algo así como nuestro entorno, un momento estás y al segundo es como si nunca hubieses existido. La vida está llena de coincidencias que llevan a grandes éxitos y grandes amores pero también te conducen a tragedias, a montañas de camisetas de tus ex en el trastero y a perder lo que más quieres, tu identidad. Entonces mueres y te cambias de nombre, de ciudad, haces nuevos amigos, encuentras un trabajo y le vuelves a conocer. Tiene otra cara, otra vida, pero sigue siendo él y vuelves a tropezar y caer, te duele pero te levantas y te crees más fuerte y le dejas y te creces Fred, y llegas a tal día como hoy, que no le encuentras sentido a nada sin razón aparente y lo único que te apetece es volver a morir. Entonces mueres, ya no eres, no pesas y no te crea dolor porque nadie te llora y no hay parafernalia de entierros ni mentiras de duelos, simplemente algo que antes estaba, ya no.
-Señorita, eso de lo que usted habla, yo lo llamo huir.
-Tutéame Fred. Puede que le veas alguna coincidencia, pero si me hubieses prestado atención, me habrías entendido, claro que también entiendo que soy la única que está en tu bar a las cuatro de la mañana, que llevo muchas copas, que te he llamado Fred y que estoy muerta.




viernes, 5 de septiembre de 2014

Color rojo vino


"La noche perfecta" pensaba Eli, mientras bailaba pegada a Alistair sin que el aire pudiera pasar entre ellos. Habían estado cenando en uno de los restaurantes mas bonitos que ella había visto y le había regalado caricias y besos de manera empalagosa durante toda la velada. Ahora en la discoteca sentía que él era el amor de su vida y estaba dispuesta a desarmar su coraza y dejarse llevar por la pasión.
Iba a empezar a hablarle al oído, cuando el se despegó alegando una urgencia urinaria. Ella no se había percatado de la existencia de la chica pelirroja que no dejaba de intentar coquetear con mirada seductora y que llevaba media noche exhibiendo su enorme delantera, dirigiéndose en ese momento al baño común. Eli se pidió una cerveza y la terminó en diez minutos, "menuda cola debe haber en el baño" se dijo y salió a fumarse un cigarro. A la vuelta estaba Alistair esperándole, se aseguró de que ella continuase con su pensamiento inocente, ¿quién no sueña con poseer a dos chicas en un mismo día?. Llegando a casa, ella le dio un beso en la mejilla y se despidió con la mano, no tenía ganas de desperdiciar palabras con alguien que jugaba con sus sentimientos. Hacía rato que había notado el olor a perfume de mujer mezclado con sudor y la marca de un bocado en el cuello con su respectiva señal de maquillaje. Quizás de la pelirroja de la ciento veinte de pecho que no hacía más que mirarle mientras se mordía el labio inferior que lucía un escaso guiño de color rojo vino.



martes, 21 de enero de 2014

The NeverEnding Story

He descubierto la metáfora de uno de mis cuentos favoritos de la infancia, aunque esta historia si tiene fin.
Empieza en el mundo de Fantasía donde recientemente había descubierto la felicidad plena. Todo era perfecto, no podía desear nada más porque no lo necesitaba, me asustaba tanta perfección a la vez que disfrutaba cada segundo de ella. Y una noche la niebla se presentó delante de mi casa y  le dejé entrar. Se hizo pasar por mi amigo y me dejé llevar por el viento sin darme cuenta de la oscuridad que transmitía.
Mientras estuve envuelta en la neblina no mostró su verdadera identidad y en cuento le intenté acercar a mi terreno, me enseñó su cara oculta. Realmente aquella masa gris solo era una máscara que ocultaba un agujero negro en su interior y ya era tarde para mi, había conseguido absorber toda mi luz.
En efecto dejé que "la nada" se apoderara de todo por lo que había luchado y llegué a conseguir. 
A punto estaba el Reino de destruirse cuándo hicieron su aparición Bastian, con una gran fe ciega en mi que crecía con cada palabra que yo decía, mi fiel amigo Fújur, que llegó en el momento más idóneo y una cantidad de seres, todos extraordinarios, como Morla, el hombre de piedra o los enanos Engywuck y Urgl, y por supuesto Artax, mi guía incondicional que me ayudó a cruzar el fango. He tenido la oportunidad de llegar a tiempo para salvar Fantasía. Aunque en mi caso la confianza tenía que volver a depositarla en mí. Conseguí encontrar una pepita de luz tras la última batalla y para ganar aquella guerra no tenía que empezar de nuevo poniéndole un nombre a mi Mundo, tan sólo tenía que dejar atrás lo vivido sin olvidar que si no me ando con cuidado, "la nada", con otro disfraz puede atacarme otra vez.