martes, 26 de febrero de 2013

El pasado en el presente



Un nuevo sentido de la palabra domingo amenaza en mi nuevo estilo de vida. Se acabaron las tardes de resaca viendo películas insustanciales para evitar pensar y así reducir el martilleo en mi cabeza.
Una cerveza en el bar de "La Menina", una coca cola en el "N. de T". o un baile en el "Son Cubano", sitios a los que he llegado por casualidad y han hecho de la noche... magia.
Empezó una noche en que Liu, Natalia y yo quedamos para cenar. Tras la sobremesa nos animamos para salir a tomar una copa y dimos con un bar no muy común que nos abrió las puertas de par en par. La movida madrileña estaba representada en los carteles que colgaban en las paredes y en la música que salía por los grandes altavoces de los años 80 y lo mejor fue sentirme como en aquellos tiempos al ver a la gente con los pelos alborotados, los vaqueros desaliñados y las camisetas anchas y coloreadas imitando el mismo look de hace 30 años.
Continuó la noche que nos trasportamos a Cuba: salsa, bachata, movimientos sensuales de caderas y hombros... Allí se respiraba libertad, sentía como mi cuerpo seguía la música sin querer parar, se saboreaba el ansia de volar, queríamos "La Revolución". Bailamos hasta que nuestros pies nos pidieron descansar, esa noche era la del 1 de Enero del 59 y Fulgencio Batista cayó a mano del Ejercito Rebelde.
Por último he de contar la noche que acompañada de Clara y de Liu conocí a Eloy Azorín, un hombre guapo la verdad, pero en aquel lugar no tuvo importancia. Rock and Roll de los 50, Blues, Jazz... la melancolía se mezclaba con la alegría creando una perfecta armonía. Las risas y los bailes no acabaron hasta bien tarde lo que hizo que nos quedáramos con una buena sensación de disfrute.
Los domingos se han convertido en viajes en el tiempo a épocas que me hubiera gustado vivir, así que con un poco de imaginación... el reloj cambia el sentido de sus agujas y me transporta a cualquier año del siglo pasado.