sábado, 1 de junio de 2013

Una página de mi diario

Un lunes porque sí, aparcamos las obligaciones, cogimos carretera y manta y nos plantamos a unos 600 km de nuestra casa. Amanecimos en Vigo.
Los preparativos de la fiesta nocturna nos tuvo atareadas toda la tarde, eso y la grabación de un videoclip en el que aparecemos como extras en la playa, fue "nuestro momento de fama".
Con la puesta de sol, olvidamos la razón y la timidez y cada uno fuimos haciendo lo que nos pedía el cuerpo. El salón dónde nos encontrábamos estaba lleno de saltos, risas, carcajadas, bailes, charlas alocadas e infantilismo. Nada nuevo en nuestras noches de locura.
La mañana siguiente se hizo difícil debido al gran resacón pero, aún así, el cuerpo nos pedía hacer turismo y café, mucho café. Después de pasear por Santa Tecla, Poio y Pontevedra (en ese orden) acabamos en la playa de A Lanzada para ver la puesta de sol. Relajadas por la calma que transmitían las olas, nos asaltó el silencio y un pensamiento común: "justo aquí despertamos y la realidad se estampa en nuestras caras, hemos sido felices durante muchos meses, sabemos que existe ese sentimiento y juntas lo hemos compartido de manera coordinada. La Gran Despedida se acerca y es dolorosa, pero deja la sensación de que estamos vivas, es una experiencia que marcará un antes y un después en nuestra existencia. La familia se separa pero los sentimientos han quedado consolidados y nuestra relación es fuerte, traspasará fronteras. No es el final... es solo el principio". Las lágrimas empezaban a brotar de nuestros ojos y miramos al cielo, observamos una gaviota revoloteando nuestro alrededor y descargó justo encima de nuestro grupo. Si ese momento de película debía ser interrumpido, solo podía ser por la mierda de un pájaro. Las risotadas se oían por toda la playa.
Tras la cena, sólo faltaba ponerle la guinda al pastel y empezó a llover, nos fuimos paseando a la casa donde nos alojábamos, la aventura terminaba y la fobia a las gaviotas... acababa de empezar.


A Mathi, Mar, Clara e Ila, mi pequeña familia erasmus.



lunes, 13 de mayo de 2013

El hombre que dejó de ser perfecto

Su último desahucio emocional le volvió a dejar con el corazón en bancarrota y se hizo la promesa de que no repetiría más los rituales de superación de sus anteriores relaciones. Su fachada de caballero tornó a la de chico cómodo con aires de cínico, qué coño, con aires de hijo de puta. La sonrisa de niño bueno que antaño utilizaba para sus presas mas laboriosas, pasó a ser una sonrisa de media boca que marcaba el hoyuelo de su mejilla derecha, haciéndole increíblemente seductor. Poseedor de gran inteligencia y cultura, supo inventar buenos argumentos haciendo que sus víctimas sucumbiesen a engaños sin una mínima gota de sudor que le delatase. Y su mirada... esos ojos negros penetrantes hacían que los juegos sexuales pasaran por las mentes de las chicas a las que guiñaba. Era difícil no caer en sus redes.
Pero en la intimidad se veía a sí mismo como un mártir del amor, no dejaba de sufrir por las relaciones fallidas, por lo que traumatizado por su baja autoestima carismática del pasado, se fue haciendo más egoísta, empezaba a sentir intolerancia a las frustraciones y emocionalmente iba dejando salir una exigua sensibilidad afectiva.

Nadie habría imaginado que veinte años después, aquel "Don Juan" acabaría cumpliendo condena por someter a una decena de mujeres, ni mucho menos que en el juicio, cuando se le preguntó el motivo, hiciese alusión a que las afectadas tenían la culpa por no haberle querido como merecía.


Ian Brady- junto a su compañera sentimental violó y asesinó a 5 personas a mediados de los 60. Continúa cumpliendo condena en un hospital psiquiátrico de Liverpool. 

martes, 26 de febrero de 2013

El pasado en el presente



Un nuevo sentido de la palabra domingo amenaza en mi nuevo estilo de vida. Se acabaron las tardes de resaca viendo películas insustanciales para evitar pensar y así reducir el martilleo en mi cabeza.
Una cerveza en el bar de "La Menina", una coca cola en el "N. de T". o un baile en el "Son Cubano", sitios a los que he llegado por casualidad y han hecho de la noche... magia.
Empezó una noche en que Liu, Natalia y yo quedamos para cenar. Tras la sobremesa nos animamos para salir a tomar una copa y dimos con un bar no muy común que nos abrió las puertas de par en par. La movida madrileña estaba representada en los carteles que colgaban en las paredes y en la música que salía por los grandes altavoces de los años 80 y lo mejor fue sentirme como en aquellos tiempos al ver a la gente con los pelos alborotados, los vaqueros desaliñados y las camisetas anchas y coloreadas imitando el mismo look de hace 30 años.
Continuó la noche que nos trasportamos a Cuba: salsa, bachata, movimientos sensuales de caderas y hombros... Allí se respiraba libertad, sentía como mi cuerpo seguía la música sin querer parar, se saboreaba el ansia de volar, queríamos "La Revolución". Bailamos hasta que nuestros pies nos pidieron descansar, esa noche era la del 1 de Enero del 59 y Fulgencio Batista cayó a mano del Ejercito Rebelde.
Por último he de contar la noche que acompañada de Clara y de Liu conocí a Eloy Azorín, un hombre guapo la verdad, pero en aquel lugar no tuvo importancia. Rock and Roll de los 50, Blues, Jazz... la melancolía se mezclaba con la alegría creando una perfecta armonía. Las risas y los bailes no acabaron hasta bien tarde lo que hizo que nos quedáramos con una buena sensación de disfrute.
Los domingos se han convertido en viajes en el tiempo a épocas que me hubiera gustado vivir, así que con un poco de imaginación... el reloj cambia el sentido de sus agujas y me transporta a cualquier año del siglo pasado.