-¿Sabe Fred?, ¿le importa que le llame Fred?, ¿no?, pues en ese caso ¿sabe Fred?, le voy a tutear. La ciudad despertará pronto, llena de gente y de energía y yo me iré a dormir, o a morir de nuevo, porque yo muero casi todos los días, algo así como nuestro entorno, un momento estás y al segundo es como si nunca hubieses existido. La vida está llena de coincidencias que llevan a grandes éxitos y grandes amores pero también te conducen a tragedias, a montañas de camisetas de tus ex en el trastero y a perder lo que más quieres, tu identidad. Entonces mueres y te cambias de nombre, de ciudad, haces nuevos amigos, encuentras un trabajo y le vuelves a conocer. Tiene otra cara, otra vida, pero sigue siendo él y vuelves a tropezar y caer, te duele pero te levantas y te crees más fuerte y le dejas y te creces Fred, y llegas a tal día como hoy, que no le encuentras sentido a nada sin razón aparente y lo único que te apetece es volver a morir. Entonces mueres, ya no eres, no pesas y no te crea dolor porque nadie te llora y no hay parafernalia de entierros ni mentiras de duelos, simplemente algo que antes estaba, ya no.
-Señorita, eso de lo que usted habla, yo lo llamo huir.
-Tutéame Fred. Puede que le veas alguna coincidencia, pero si me hubieses prestado atención, me habrías entendido, claro que también entiendo que soy la única que está en tu bar a las cuatro de la mañana, que llevo muchas copas, que te he llamado Fred y que estoy muerta.